Recomendaciones para las pruebas de provocación con medicamentos
Las pruebas de provocación (también llamadas pruebas de exposición o pruebas de tolerancia) consisten en exponer a una persona a la sustancia sospechosa de ser la causante de su alergia bajo circunstancias controladas. Habitualmente es un método diagnóstico que se utiliza en el estudio de alergia a alimentos o medicamentos.
La administración de la sustancia puede realizarse por ingesta, inhalación o por inyecciones subcutáneas, intramusculares o intravenosas; aunque habitualmente el alimento o medicamento se administra por vía oral.
En todo momento estará controlado por un equipo entrenado y con experiencia. Normalmente, el estudio completo dura varias horas.
Durante la prueba de provocación no suele producirse ninguna reacción pero es posible que puedan aparecer problemas leves, como mareos, que pueden aparecer en algunos pacientes que también los presentan en ciertas situaciones (como tras la realización de análisis, visión de sangre, dolor, etc.). Se pueden acompañar de sensación de calor, sudor y desvanecimiento.
Aunque el paciente debe avisar si nota estos síntomas, no se trata de una reacción alérgica y, en realidad, suele ser una reacción leve que desaparece incluso sin medicación. Además, con alguna frecuencia pueden manifestarse erupciones en la piel: picores o enrojecimientos, o habones que desaparecen al suspender momentáneamente la prueba y administrarse medicación adecuada.
Las reacciones más graves suelen ser poco comunes: pueden darse complicaciones respiratorias como afonía, pitos en el pecho y sensación de asfixia; o digestivas: dolor abdominal, náuseas, vómitos o diarrea. Si ocurren, se suspenderá la prueba y se administrará tratamiento. Muy rara vez puede producirse mareo acompañado de bajada de tensión, taquicardia, convulsiones o incluso complicaciones cardiorrespiratorias graves. En este caso, se tomarán medidas de reanimación. Se trata de una reacción grave, pero generalmente reversible.
Por tanto, la decisión de acometer una prueba de provocación va a depender mucho de la presencia de una historia clínica concluyente y de que se trate de un medicamento de uso habitual.
En general, no deben hacerse cuando la sustancia sospechosa produjo síntomas graves, que puso en peligro la vida del paciente.
Como estas pruebas pueden producir reacciones alérgicas graves, aunque poco frecuentes, sólo deben ser realizadas por un equipo médico dirigido por un alergólogo con experiencia en este tipo de exploraciones.
La prueba de provocación se aplicará sólo en pacientes con buen estado general y siempre en medio hospitalario.
Cualquier reacción que aparezca, incluso horas después de terminar la prueba, debe ser valorada por personal médico, que anotará los síntomas y signos que presente el paciente para que pueda ser valorada por el alergólogo que indicó su realización.
Las pruebas de provocación suelen durar varias horas, por lo que debe disponerse de un lugar amplio y cómodo para su ejecución. El paciente debe estar sentado y tranquilo, y habiendo recibido la información de las características de la prueba y las posibles alternativas. Asimismo, habrá, previamente, firmado el consentimiento informado donde acepta su realización. El paciente siempre debe conocer la naturaleza y finalidad del estudio, porque su colaboración es fundamental para que sea realizado con éxito. Asimismo, el paciente puede retirar el consentimiento cuando lo desee, sabiendo que de su rechazo no se derivará ninguna consecuencia negativa respecto a la calidad del resto de la atención médica que recibirá, pero no se seguirán las pruebas de provocación que fuesen necesarias para el diagnóstico.
Durante este proceso, habitualmente se realizan determinaciones seriadas del pulso cardíaco y de la tensión arterial, que servirán como medidas objetivas del inicio de posibles reacciones adversas.
Además, será necesario tener accesible material médico para el tratamiento de posibles reacciones adversas: sueroterapia, medicamentos de administración intramuscular (adrenalina, corticoides y antihistamínicos) e intravenosos.
La prueba de provocación debe hacerse con el paciente estable y sin que haya tomado medicamentos que puedan interferir en sus resultados como son antihistamínicos o corticoides o antigripales una semana antes.
En la provocación con medicamentos no hay inconveniente en el que paciente acuda desayunado. No deberá realizarse si el paciente presenta cuadro gripal o catarral u otro cuadro infeccioso. Tampoco debe llevarse a cabo durante el embarazo.
Es importante que cuide la puntualidad, ya que no es extraño que sean varios los pacientes que sean sometidos a la misma prueba diagnóstica de forma simultánea, y es aconsejable que comiencen todos paralelamente, lo que facilita su realización.
Debe conocer que en todo momento estará bajo control médico y que los síntomas que refiera serán valorados y tratados, en su caso. Por ello, deberá poner en conocimiento del personal sanitario los síntomas que presente. No abandonará el local en el que se realiza la prueba diagnóstica, salvo que lo comunique al personal sanitario responsable.
Como la prueba puede durar varias horas, es recomendable que el paciente pueda dedicarse a actividades que la hagan más amena (lectura, juegos, etc.) siempre que no interfieran con su observación médica ni produzcan molestias al personal sanitario ni a los otros pacientes.
En general, las reacciones tardías son menos frecuentes y menos graves que las inmediatas. Sin embargo, si una vez terminado el estudio el paciente presenta algún síntoma, deberá acudir a un centro sanitario para objetivar su importancia y solicitar informe escrito de la atención sanitaria recibida, que recogerá las constantes y los datos objetivos (lesiones en la piel, pulso, tensión arterial, etc.) que permitan identificar las características de la reacción. Este informe deberá ser entregado posteriormente al alergólogo responsable del estudio.